Pelopincho: La verdadera historia contada por la familia fundadora

La fascinante historia de los creadores de una de las marcas más emblemáticas de la Argentina y la quiebra de una empresa en proceso de expansión, consecuencia de la retención de fondos por parte del Banco Provincial de Santa Fe.  

Uno de los aspectos en los que los hermanos Benvenutti ponían especial énfasis era en las estrategias de marketing. Tanto es así que, en 1977, su campaña gráfica ganó el Clio Award, un premio internacional de publicidad.

Pelopincho es la marca que transformó su nombre en sinónimo de piletas de lona, épocas de sol, vacaciones y que democratizó su uso en toda la Argentina. Pero a pesar de su éxito, fue llevada a la quiebra por la retención indebida de remesas de divisas provenientes de exportaciones por el otrora Banco Provincial de Santa Fe.

Contra todo pronóstico legal, encontrándose el 70% del capital falencial controvertido, es decir el 70% del monto de las deudas verificadas en la quiebra; en 1994 la marca insignia Pelopincho y todos los activos de la empresa fueron rematados; dando inicio a largos años de investigación y litigios. En 2006, la Corte Suprema de la Provincia le dio la razón a la familia Benvenutti, ordenado la revisión de todo lo actuado. Así en 2012, de las actuaciones judiciales surge que el Banco Provincial de Santa Fe no sólo no era acreedor de la empresa, sino que además retenía indebidamente importantes sumas de divisas extranjeras proveniente de operaciones de comercio exterior. La justicia que llega tarde no es Justicia y esta familia sigue esperando que se les cumpla “el milagro” para ellos, para los santafesinos y para todo el país; que lo resuelto por la Justicia se haga realidad.

Los hermanos tapiceros

Provenientes de una familia de inmigrantes toscanos que se asentaron en la provincia de Santa Fe, Adolfo y Roberto Benvenutti, iniciaron su carrera a los 14 años al conseguir trabajo en una tapicería en Moisés Ville, un pueblo a 177 kilómetros de la capital santafesina. Pasado el tiempo, soñaron con iniciar su propio negocio, por lo que se trasladaron a San Carlos Centro en donde encontraron un galpón donde podrían trabajar. En ese lugar fue que arrancaron con su primera marca de tapicería: “Sufunda”.

De izquierda a derecha: Adolfo y Roberto Benvenutti. Esta es una de las primeras fotos de los hermanos cuando llegaron a San Carlos Centro, el pueblo de donde crearon Pelopincho. Fuente: Familia Benvenutti

El emprendimiento no tardó en tener éxito, los hermanos Benvenutti se expandieron enfocados en lo que la gente podría querer: tapices de diferentes materiales y colores, cubre volantes y cobertores. Con el paso del tiempo llegaron a ser conocidos por todos en la región.

La creación de una marca icónica 

Durante 1965, como parte del proceso de desarrollo del producto que tenían en mente, mandaron a hacer a Plavinil Argentina una tela especialmente diseñada por ellos, llamada pavillion (una tela compuesta de varias capas de fibras plásticas) y diseñaron una estructura de tubos de aluminio encastrables. La tela se convertiría en una revolución al ser de un material económico, que no desteñía, super resistente al sol, la lluvia y los vientos del aire libre.

Finalmente, en 1967, lanzaron al mercado su primer modelo. Una pileta de tamaño estándar que soportaba hasta cuatro personas con diferentes modelos de estampados, que llevaría el nombre «Pelopincho» de uno de los personajes preferidos de la historieta «Pelopincho y Cachirula» que se publicaba en Billiken, y revolucionaron no sólo el mercado de las piletas, sino la forma de sobrevivir al verano de la mayoría de los argentinos.

El éxito de las «Pelopincho» fue inmediato. Los hermanos idearon para el producto nuevos modelos de estampados y tamaños a un costo accesible para las personas. Para 1970, los hermanos distribuían Pelopincho por toda la Argentina y, unos años después, exportaban sus piletas armables a cinco países diferentes (Estados Unidos, Chile, Uruguay, España y Brasil), siendo dueños de tres naves industriales gigantescas con máquinas que en esa época solo se encontraban en Europa.

A principios de los 80, los hermanos Benvenutti continuaron con el desarrollo de nuevos productos, hechos con materiales novedosos y nuevos diseños. Comenzaron a hacer carpas, reposeras, camas plegables, cunas para bebes, muebles de exteriores e interiores, etc.

En el área de comercio exterior avanzaron innovando y ganando nuevos mercados internacionales con la producción de productos no tradicionales, iniciando por primera vez en Argentina la exportación de hospitales móviles que fueron utilizados en misiones humanitarias en África en conjunto con el Banco Mundial. Antes de llegar a 1990, la empresa Benvenutti S.A.I.C. era dueña de 13 marcas y varias patentes de invención.

La verdadera historia de una quiebra fraudulenta

Ya habiendo realizado varias operaciones de venta de hospitales Móviles, la empresa celebra con el Banco Provincial de Santa Fe varios contratos, en particular, uno de mandato en virtud del cual el Banco, en su carácter de mandatario, asume claras y concisas obligaciones, que deliberadamente y con absoluta mala fe, incumple.

Dichos incumplimientos frustran dolosamente los ingresos que la sociedad esperaba de dos de sus operaciones de comercio exterior, ingresos con los que, no sólo cancelaba todos su pasivo, sino que le hubieran permitido abordar negocios que tenía en puerta con Naciones Unidad (ACNUR)  de una importante envergadura económica durante la denominada “Guerra del Golfo”.  

La conducta del Banco de la Provincia de Santa Fe que le retiene indebidamente, sin título ni causa alguna, los créditos en divisas extranjeras, de propiedad de la empresa le generan una asfixia financiera tal que la lleva a un estado de cesación de pagos y luego a la quiebra, situación que se agrava ante la insinuación por parte del Banco Provincial de Santa Fe de un “falso crédito”. El mismo representó más del setenta por ciento (70%) del pasivo falencial, lo que provocó que el Banco manejara, a su antojo y deliberadamente la suerte del proceso falencial. Los Benvenutti, hicieron 4 propuestas de levantamiento de la quiebra, lo podían hacer, sin embargo, el Banco Provincial de Santa Fe, en su condición de (falso) acreedor mayoritario, no aceptó ninguna de las propuestas, condenando a una empresa exitosa, no sólo a la quiebra, sino al remate judicial de todos sus bienes.

En 1994, aun cuando se encontraba todavía en proceso judicial, discutiéndose la legitimidad del principal crédito insinuado en la quiebra por el Banco Provincial de Santa Fe, ante todo pronóstico legal, la marca fue rematada conjuntamente con todos y cada uno de los activos de la sociedad. La marca insignia “Pelopincho” fue comprada por Héctor Goette, el creador de la competencia para aquel entonces llamada «Tiburoncito», quien en 1999 reintrodujo «Las Pelopincho» al mercado sin necesidad de publicidad alguna. Las Pelopincho no necesitaban publicidad, es más, los nuevos dueños no hicieron ningún tipo de cambios en las piletas, respetaron en detalle el producto, su logo, los números utilizados para identificar los distintos modelos de piletas, etc.

La familia Benvenutti perdió absolutamente todo lo que tenía y había producido a lo largo de su exitosa vida laboral. Tuvieron que pedirles a amigos y conocidos un techo para vivir pues tampoco tenían dinero para pagar un alquiler. Como tantos argentinos, vivían con esa filosofía de trabajo tan propia de una época de Argentina. No tenían un solo dólar en el exterior, dinero que ingresaba, dinero que se invertía en el crecimiento de la empresa familiar. Todo su patrimonio y sueños estaban ahí, en su empresa, en San Carlos Centro y su gente, en la Provincia donde nacieron y en el país que los vio crecer.

Este fue el anuncio de remate de la empresa después de que la empresa se declaró en banca rota. Así es que fue comprada por el empresario Héctor Goette que aún administra la marca.

La batalla jurídica 

Muchos años después, tras dilatados procesos judiciales, en el año 2006, el Tribunal Superior de la Provincia de Santa Fe, le da la razón a los Benvenutti y anula las erróneas sentencias, ordenado se dicte una nueva sentencia que contemplara y he hiciera lugar a todos los planteos y reclamos efectuados por la empresa.

Se empieza a consolidar la verdad de los hechos, pero el daño ya estaba hecho. El 21 de septiembre de 2012  no sólo quedó claro y en firme,  que no existía crédito a favor del Banco Provincial de Santa Fe, principal acreedor, sino que además dicha entidad financiera retuvo indebidamente dinero de propiedad de Benvenutti SAIC. convirtiéndose la demandante, de este modo, de falsa acreedora en deudora.

Así quedó demostrado que en realidad NUNCA hubo cesación de pagos ni estado falencial, y que todo fue consecuencia del obrar fraudulento del Banco de Santa Fe, que no sólo incumplió en su condición de mandatario con su cliente y manejó de forma irregular su cuenta corriente bancaria generando graves perjuicios; si no que, además, intentó verificar maliciosamente un crédito inexistente que representó, reiteramos, más del 70% del pasivo falencial. 

Lamentablemente para los hermanos Benvenutti, necesitaron litigar, más de un cuarto de siglo, para obtener el reconocimiento judicial de sus derechos que hoy en día continúan conculcados.

Desde abril de 1988, fecha en la que se produce la retención indebida de dinero de la empresa, los hermanos no han cedido ni dejado de litigar. Roberto falleció el 27 de octubre del 2013 y Adolfo el 14 de julio del 2019. Ninguno de los dos dejó de tratar de recuperar lo que les habían quitado. Hasta el día de hoy, la familia Benvenutti sigue reclamando el pago de las sumas retenidas, así como los daños y perjuicios que se comprobó les causaron.

De izquierda a derecha. Los cuatro hermanos: Roberto, Adolfo, Amalia y Delia Benvenutti en el jardín de la casa en San Carlos Centro en 1998. Familia Benvenutti

La justicia que llega tarde no es Justicia y esta familia sigue esperando que se les cumpla “el milagro” para la familia, para los santafesinos y para todo el país; que lo resuelto por la Justicia se haga realidad.

Las últimas palabras de Adolfo Benvenutti, ya muy enfermo de dolor y con Alzheimer, a su sobrina y abogada Liliana fueron: “Nunca aflojes, nunca aflojes”, siempre expectante de que lo que una vez fue suyo, volviera a serlo.

Realizada por: Leonardo Blanco.

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