La buena nueva de las lluvias en buena parte de la “zona núcleo” de la producción agropecuaria argentina es parte de una “mala nueva” para los consumidores: un fuerte aumento de los precios de la carne, que en las últimas semanas registraron alzas de entre 15 y más 20%, según diferentes fuentes de mercado.
Según Víctor Tonelli, uno de los consultores más respetados del mercado de la carne, las lluvias fueron el factor más determinante de los tres que contribuyeron a la nueva escalada.
El primero, dijo el experto, fue que en la semana previa a la primera vuelta de la elección presidencial la incertidumbre sobre el resultado y el antecedente de que después de las PASO el gobierno había decidido una devaluación llevaron a los productores a esperar y reducir el envío de hacienda a faena.
El segundo elemento fue que después de las elecciones el gobierno volvió de hecho a devaluar el tipo de cambio efectivo para la exportación, con el mecanismo de 70% de liquidación al tipo de cambio oficial y 30% al dólar contado con liquidación. Eso significó, para los exportadores, una mejora efectiva de entre 45 y 50%, calculó Tonelli.
El tercer y más importante factor, subrayó, fueron las lluvias que comenzaron el domingo y abarcaron la mayor parte de las zonas de producción agrícola y ganadera. “Lógicamente, esto genera expectativa de producción de forraje que estaba faltando. Habiendo ya faenado más de 13% en relación a los dos años previos, ahora el productor querrá retener hacienda para aprovechar el pasto que viene después de la lluvia y ganar kilos”, explicó.
Sequía y ciclo ganadero
Esta conjunción llega, además, al cabo de una sequía “atroz”. En el último año, calculó Tonelli, se perdieron unas 2,5 millones de cabezas, más del 5% del stock, porque no había forma de mantener el ganado en el campo. Ahora, con la expectativa de forraje, se inicia el ciclo inverso y a la liquidación sigue la fase inversa: retención y recuperación del stock, lo que generará menos oferta de carne en el corto, mediano y largo plazo.
Según Tonelli, este ciclo puede durar unos dos años, período en el que también se notará la falta de los “animales que no se gestaron”, mientras se desarrolla en los campos el proceso de engorde. En 2024, estimó, la oferta de carne será de entre 300.000 y 350.000 toneladas menos, equivalente a una caída de 8 kilos de carne por habitante disponible. El resultado en materia de precios dependerá mucho de la demanda, explicó Tonelli.
Es un panorama muy poco atractivo para el gobierno. En particular, complica su objetivo de frenar el proceso de aceleración inflacionaria de los últimos meses. Por eso, en los últimos días varios frigoríficos denunciaron, en riguroso off the record, “aprietes” del gobierno, que les pidió que no paguen más de $1.000 por kilo vivo en el mercado concentrador de Cañuelas.
Sin embargo, las fuentes del mercado afirman que las presiones existieron y no son nada nuevo. Ya habían existido en agosto, en la etapa previa a las PASO. Pero los llamados no provienen de la cartera de Bahillo sino del área de monitoreo de precios en cuyo vértice se ubica Guillermo Michel, director de Aduanas y mano derecha operativa del ministro de Economía, Sergio Massa.
Tonelli explicó también a Infobae que en la actual suba no influyen los precios internacionales. De hecho, señaló, China está pagando hasta 30% menos por la carne argentina de lo que había llegado a pagar en los picos de 2022. En cuanto a la rentabilidad del sector exportador, dijo, “los precios internacionales no son el problema, sino el tipo de cambio neto que reciben los exportadores, que hasta la reciente devaluación encubierta del 70/30 eran de apenas $280 por dólar exportado.