En medio de la conmoción que generó el accidente del avión privado que impactó contra una vivienda, luego de que se despistara cuando intentaba aterrizar en el aeropuerto de San Fernando, se confirmó que los cuerpos de las víctimas, el piloto Martín Fernández Loza y el copiloto Agustín Oforte, ya fueron retirados de la cabina. No obstante, las autoridades advirtieron sobre el peligro de derrumbe de la propiedad afectada y anticiparon que se iniciará un operativo de seguridad para demolerla este jueves por la mañana.
Según confirmaron fuentes oficiales del caso, los restos de las víctimas fatales fueronrescatados minutos antes de que se cumplieran las 21 horas y se dispuso su traslado a la morgue, en donde les realizarán la autopsia. Asimismo, se constató que el Bombardier Challenger 300, matrícula LV-GOK, era propiedad de la familia de Jorge Brito, el propietario del Banco Macro y presidente de River Plate.
Los resultados de la necropsia serán pertinentes para dilucidar si alguno de ellos sufrió algún problema de salud previo a que se estrellara la nave. Sin embargo, la evaluación preliminar realizada por el personal de la Policía Federal planteó la posibilidad de que ambos hayan muerto por una asfixia provocada por la inhalación del monóxido de carbono que se acumuló en el interior del avión.
De forma simultánea, se dispuso que los efectivos de la fuerza de seguridad monten una guardia para custodiar la intersección entre las calles José Terry y Charlín, zona en la que se encuentra el domicilio que frenó el despiste del avión. A pesar de que el choque no provocó que la construcción se derrumbara, alertaron que la estructura quedó agrietada y presentaría un riesgo de derrumbe inminente para los habitantes del domicilio.
“La casa no se vino abajo, pero está toda agrietada”, describió la dueña del inmueble durante un diálogo con el noticiero de TN, tras relatar que escuchó tres explosiones cuando se bañaba. Al mismo tiempo, señaló que “la pieza de adelante se cae y la que le sigue es mi pieza, donde estaba durmiendo el bebé, ahí es donde explotó todo”.
Luego de que las autoridades evaluaran que el domicilio se encontraba con riesgo de derrumbe, se confirmó que el mismo será demolido este jueves a partir de las 07:00 horas, con el objetivo de evitar futuros riesgos para los propietarios y los vecinos de la propiedad. Asimismo, los vecinos de la cuadra tuvieron que ser evacuados por precaución y fueron alojados en una sociedad de fomento de la zona.
El caso será investigado por la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, titular del Juzgado Federal N°1 de San Isidro, quien dispuso las primeras medidas requeridas para poder determinar cuál fue el motivo que provocó el siniestro. Hasta el momento, se estableció que el Challenger 300 inició viaje a las 11:12 horas, cuando partió desde Punta del Este hasta aterrizar en Uruguay a las 11:44 horas. Una hora más tarde, el avión volvió a despegar rumbo a San Fernando y a las 13:18 horas se reportó el accidente.
“El avión entró pasado a la pista y por alguna circunstancia no pudo frenar, terminó despistándose e impactando con viviendas que están al lado del aeropuerto”, detallaron fuentes aeronáuticas a este medio, en referencia al recorrido que realizó la nave hasta estrellarse en la zona de viviendas bajas. Incluso, indicaron que éste habría golpeado varias casas y árboles, pero que no llegó a incrustarse en ninguno de los inmuebles.
Cerca de las 23:30 horas, las autoridades extrajeron la caja negra de la aeronave, la cual será sometidas a las pericias correspondientes en las próximas horas. Los resultados de los peritajes serán considerados claves para la investigación, debido a que el dispositivo brindará acceso a los últimos registros previos al choque y determinaría si hubo algún tipo de desperfecto técnico que hubiera influido en el aterrizaje.
Aunque las fuentes aeronáuticas consultadas por este medio aseguraron que “el avión estaba en perfectas condiciones de aeronavegabilidad, cumpliendo con todos los estándares de seguridad”, no se descartaría la posibilidad de que hubiera existido alguna falla de último momento. De la misma forma, ratificaron que tanto Fernández Loza, como Oforte “tenían todas las licencias y cursos de vuelo aprobados por la autoridad competente” y remarcaron que estaban “familiarizados con la ruta de vuelo que realizaron y el aeropuerto”.
Quiénes eran los pilotos que murieron en el accidente del avión en San Fernando
El piloto a cargo de la aeronave fue identificado como Martín Fernández Loza, de 46 años, contaba registros como ex empleado de Austral Líneas Aéreas, mientras que el copiloto, Agustín Oforte, de 35 años, se presentaba en la red social LinkedIn como piloto privado de avión de la Fuerza Aérea Argentina, de vuelos comerciales y habilitado para navegar en Challenger 300. Ambos compartían lazos familiares indirectos y provenían de familias vinculadas al mundo aeronáutico.
De hecho, el padre de Oforte, Carlos Oforte, también murió producto de un accidente aéreo ocurrido en noviembre de 1998. Según plasmaron los medios de la época, Oforte padre había sido convocado para pilotar un helicóptero Bell 206-B de la empresa Transener, junto a un compañero llamado Alberto Pirillo.
La tarea que les habían asignado era controlar el tendido eléctrico del Buenos Aires Golf, un barrio privado ubicado en la localidad bonaerense de Bella Vista, cuando la aeronave de Oforte golpeó a la de su compañero y ambos se desplomaron dentro del predio. Como consecuencia de la caída en picada, Oforte murió en el acto, aunque Pirillo logró sobrevivir al choque.
Respecto del vínculo familiar que los unía, se conoció que la madre de Oforte había estado en pareja con un pariente de Martín llamado Carlos Fernández Loza. El mismo también se dedicaba a la aeronavegación y la relación perduró hasta que el hombre murió en marzo de 2020.
Cómo era el avión que se estrelló en el barrio cercano al aeropuerto de San Fernando
El Bombardier Challenger 300 es conocido en el mercado por ser uno de los jets privados más fiables, debido a que está preparado para realizar vuelos de un continente a otro sin necesidad de realizar escalas. De hecho, la aeronave cuenta con una autonomía de hasta 5700 kilómetros.
Los motores garantizan una velocidad de crucero suave y una capacidad de largo alcance de hasta 3200 millas náuticas, en tanto que sus aletas incorporadas optimizan la eficiencia del combustible y amplían el alcance de la aeronave. Asimismo, es capaz de alcanzar una velocidad máxima de 870 km/h, debido a que está equipado con motores gemelos Honeywell Enginess HTF 7000.
A pesar de la capacidad que ostenta, el avión se destaca por tener un tamaño medio, posee una cabina amplia y alta (de 1.85 metros de alto x 2.18 metros de ancho, permite el traslado de hasta 9 pasajeros y cuenta con asientos ajustables y mesas plegables para mayor confort. Además, tiene compartimientos especiales para guardar equipaje, ya que permite transportar hasta ocho valijas y seis bolsos de mano.