Los desequilibrios de la economía argentina no son comunes en otros países. La situación doméstica trasciende fronteras en los últimos años por su muy alta inflación y, como consecuencia, también registra un aumento constante de la tasa de interés, que es el instrumento elegido para ponerle una contención a la carestía de precios.
Este mes Argentina alcanzó un nuevo récord: es el país con la tasa de interés más alta del mundo, por encima de Zimbabwe, que perdió esta poco envidiable posición en el ránking global. Este país africano apeló a un recorte de los costos de endeudamiento para ayudar a impulsar el crecimiento económico.
La aceleración inflacionaria siempre empuja a los países a períodos de recesión económica, pues la necesidad de subir las tasas de interés –con el objetivo de absorber el excedente de dinero para detener esa escalada de precios– redunda en una contracción del consumo, pues rinde más poner el dinero a “trabajar” a tasa de interés que destinarlo a la demanda de bienes y servicios.
Para reducir el efecto nocivo sobre el crecimiento, el comité de política monetaria del banco central de Zimbabwe resolvió recortar la tasa de interés de referencia del 150% al 130% anual, con lo cual quedó debajo del 133% de tasa nominal anual dispuesta por el Banco Central argentino.
La decisión de las autoridades de Zimbabwe se debió a “los riesgos globales emergentes y la necesidad de mantener ancladas las expectativas de tipo de cambio e inflación para respaldar el crecimiento económico”, según declaró a Bloomberg el gobernador John Mangudya en un comunicado enviado por correo electrónico este martes.
“El crecimiento global moderado que emana de la fragmentación geoeconómica y los efectos de una política monetaria estricta, las altas tasas de interés, la restricción del crédito y los bajos precios internacionales de las materias primas podrían plantear riesgos significativos para la estabilidad actual de la economía nacional”, reconoció.
A diferencia de Argentina, que elevó la tasa de política monetaria en 15 puntos porcentuales hasta el 133% nominal anual el 12 de octubre para frenar el salto de los precios –que llega al 138% anual–, las intervenciones gubernamentales en Zimbabwe le han permitido reducir las tasas.
La moneda de la nación del sur de África, el dólar zimbabuense, se desplomó aproximadamente un 85% frente al dólar norteamericano entre mayo y junio, lo que provocó que la inflación aumentara al 176% en junio. Luego, el gobierno de Harare liberalizó el tipo de cambio e introdujo medidas para promover el uso del dólar de Zimbabwe, como exigir que los impuestos corporativos se pagarán en la moneda, lo que ayudó a apuntalarlo y restablecer cierta estabilidad de precios.
La inflación anual se desaceleró al 18,4% mensual en septiembre desde el 77% del mes anterior después de que la oficina de estadísticas revisó su metodología para tener en cuenta el papel dominante que desempeña el dólar estadounidense en la economía.
Tras una década de hiperinflación, en 2009 Zimbabwe adoptó al dólar de los EEUU como su divisa oficial. Sin embargo, por no encarar reformas estructurales que acompañen este cambio monetario, tuvo que dar marcha atrás una década después.
No obstante el dólar zimbabuense reintroducido en 2019 es un fracaso, una moneda odiada por los ciudadanos y poco creíble. Es rechazada por los comerciantes e incluso en algunas oficinas gubernamentales. Hoy, en el mercado oficial, hacen falta 1.000 unidades del dólar zimbabuense para obtener un dólar estadounidense. Y en el mercado negro, cuesta el doble.